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Acabamos de cerrar un año extraño y triste, marcado con profundísima huella por la pandemia de COVID-19 que ha dado un vuelco a nuestras vidas y, sobre todo, se ha llevado las de tantos seres queridos, arruinando también muchos proyectos y sueños, la economía de tantas y tantas familias. 

Qué duda cabe que, ante todo ello, la vida de Hermandad, la que fue y la mucha que no pudo ser, pasa a un segundo plano, ensombrecida por el grave trance que nuestra nación y el mundo entero viene atravesando desde marzo de 2020, por el dolor de tantas familias, y solo nos queda llorar con los nuestros y con todos, rezar e intentar llevarles el consuelo de que al final de cualquier camino está el Señor, que da sentido a todo con su Resurrección. 

Comenzamos el año pasado dentro de una normalidad no exenta de la preocupación que generaban las noticias que llegaban sobre aquella epidemia, y así pudimos celebrar la Junta General de Cuentas, en la que debatimos, aprobamos o denegamos balances y propuestas, en abierta democracia heredada de nuestros mayores a través de los tiempos, que nos debe recordar siempre que la Hermandad de Jesús es de todos, siempre por y para Él. 

Fue precisamente al inicio de la semana en la que dedicábamos cultos y actos a nuestro Titular, cuando los acontecimientos se precipitaron, multiplicando cada día el nivel de alerta que lanzaban las autoridades en materia sanitaria, suspendiendo primero la celebración del Acto de Oración ante Nuestro Padre Jesús Nazareno, la imposición de medallas a los niños y el pregón de Exaltación, y después el Triduo que ya se había iniciado, la Función Religiosa y la misa por los hermanos difuntos. 

En los altares de cultos quedaron Nuestro Padre Jesús Nazareno y las sagradas imágenes de El Auxilio a Nuestro Señor Jesucristo, durante el confinamiento y hasta que la normativa que reguló la salida escalonada del mismo permitió devolverlas a su lugar habitual en laiglesias de la Virgen de la Luz y de San Fernando. También el repostero con la faz de Jesús permaneció en ese tiempo en la fachada de San Antón, justo en el trayecto de ida y vuelta al hospital de la ciudad, destino de tantas oraciones en esos días que nunca olvidaremos, escenario de sufrimiento y dolor, de entrega por parte de aquellos a quienes siempre estaremos agradecidos. 

En medio, las procesiones fueron suspendidas como dictaba la más elemental lógica y las medidas gubernamentales, que también determinaron el cierre de los templos, por lo que tuvimos que vivir la liturgia propia de ese tiempo a través de numerosas retransmisiones por canales de televisión, redes sociales y diferentes plataformas. 

Para católicos y no católicos el papel de la Iglesia fue y está siendo fundamental para darnos fuerzas a la hora de afrontar este tiempo de tribulación, llevando las celebraciones a nuestras casas como queda apuntado, orando incesantemente, ayudando como siempre a los que pasan necesidad, que en estos meses son ya muchos más. Y llevando consuelo y apoyo, condensado en esa luz verde que al caer la noche se encendía desde uno de los ventanales del seminario conciliar de San Julián en dirección al hospital Virgen de la Luz, marcando el lugar donde se hallaba Jesús Sacramentado, esperanza para los enfermos y el personal sanitario; para toda la ciudad. 

No pudimos celebrar nuestra tradicional Junta General de Subasta, pues el escenario legal no lo permitía y la prudencia lo desaconsejaba, quedando el gobierno de la Hermandad a cargo de la Junta de Diputación, que se ha reunido varias veces desde entonces, siempre por vía telemática, con una sola excepción a finales de junio 

Así, en la en la primera sesión posterior al inicio del confinamiento, se acordó la donación de mil euros a través de la campaña de la Junta de Cofradías, para comprar material sanitario destinado al hospital Virgen de la Luz de nuestra ciudad.  

No fue hasta noviembre cuando pudimos celebrar la primera misa de la Hermandad, rindiendo culto junto con la de Jesús Caído y la Verónica a su Paso y al nuestro de El Auxilio a Nuestro Señor Jesucristo, en la iglesia de San Fernando. Inolvidable el Miserere con el que finalizó la eucaristía, hondo y emocionante, como cantado por vez primera. 

Comenzaba 2021 sin que las noticias derivadas de la pandemia fueran buenas, lo que llevó al aumento y endurecimiento de las medidas preventivas, y a tomar la decisión de no celebrar tampoco este año las procesiones de Semana Santa, en Cuenca y con casi total seguridad en España entera. 

Solicitamos también dispensa al Excmo. Y Rvdmo. Sr. Obispo de Cuenca para no aplicar los artículos que regulan la obligatoriedad de celebración de juntas generales, que no pueden convocarse en la situación que vivimos, la renovación anual de cargos de Junta de Diputación y el relevo de Hermano Mayor y Tenientes Hermanos Mayores, pidiendo que todos los puestos sean desempeñados por los mismos hermanos que lo vienen haciendo hasta que se pueda celebrar Junta General de la Hermandad, lo que a día de hoy es difícil prever. 

Ante esta situación, la Junta de Diputación de la Hermandad viene trabajando en intentar reforzar la comunicación con los hermanos por redes sociales y a través de la renovación de contenidos de nuestra página web, intentando suplir con ello, con las direcciones de correo electrónico y con el teléfono de la Hermandad 681 248 281, el cierre de nuestra sede al público desde mediados de marzo del año pasado. 

No habrá desfile procesional, pero sí cultos, a nuestro Titular y al Paso de El Auxilio, cada uno en su templo, como deriva de la sensatez y de las medidas puestas en marcha por la Parroquia de Nuestra Señora de la Luz para garantizar la seguridad sanitaria de los feligreses en su asistencia a los actos litúrgicos. 

Conscientes de la limitación de aforo existente en laiglesias, y, en el caso de San Antón, de sus contenidas dimensiones de planta, se retransmitirán los cultos a nuestro Titular, a través del canal que la Parroquia de la Virgen de la Luz tiene abierto en la plataforma Youtube. 

También ha sido necesario contener los gastos de la Hermandad en todo lo posible, pues mientras no se pueda convocar un desfile procesional de Jueves Santo sus ingresos se limitan a lo recaudado por las cuotas y a los donativos que se recibiesen, lo que, entre otras cosas, ha motivado que, por primera vez desde que en 1996 se crease este boletín Capuz, se haya lanzado únicamente en formato digital. 

No hace falta recordar que el culto a nuestras Imágenes, las informaciones que se envían por vía postal a los hogares de los hermanos, los costes fijos generados por la sede de la Hermandad, los necesarios contratos de seguro vigentes y nuestras aportaciones monetarias a la Junta de Cofradías de Semana Santa, generan un ineludible gasto que debe ser afrontado cada año, en medio de la incertidumbre respecto a la fecha e incluso el año en que se podrá volver a la normalidad que conocíamos, o a la más parecida, lo que impone responsabilidad y mesura, que no olvida la acción asistencial, pero que por desgracia la condiciona y limita. De ahí la iniciativa del banzo cero, en la que la caridad será el destino de todo lo que se reciba.  

Quedan todavía tiempos difíciles en nuestras vidas, que seguirán exigiéndonos prudencia y paciencia, y sobre todo fortaleza y fe, en la que siempre encontraremos a Nuestro Padre Jesús Nazareno, cargando con Su cruz y con las nuestras, consolando en los momentos más duros y dando aliento para seguir con decisión en ese camino que recorremos día a día junto a Él, que no nos abandonará nunca. 

José Manuel Alarcón Sepúlveda.

 

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